martes, 15 de abril de 2008

La espera


La señora Catalina, se sentó junto al fuego como hacía cada tarde desde hacía años. Tomó la costura y se dispuso a esperar el regreso de su hombre.

En la habitación medio en penumbras de la solitaria casa campesina, la mecedora marcaba el paso de los minutos.


No debiste irte, Antonio, no debiste irte… mira que te lo dije: no te vayas, si te vas no volveré a verte, lo presiento. Pero tú, nada, tú erre que erre; empeñado en marcharte a esas tierras extranjeras a “buscar una vida mejor”, decías. A trabajar para que tus hijos y yo tuviéramos de todo lo que la vida de ciudad ofrece.


Pero yo no quería, a mí ya me parecía bien lo que teníamos; a mí, Antonio, me bastaba con tenerte a ti y a los niños, un plato sobre la mesa y una cama para compartirla contigo. El resto me daba igual, pero a ti no. No, tú querías mejorar, querías “tenerme como una reina”… ¡Cómo si no me hicieras sentir así ya!


Así que no hubo forma. Dijiste que te ibas y no hubo quien te hiciera cambiar de opinión: ni yo, ni los niños, ni tu madre y mira que lloro tu pobre madre. Siempre has sido un cabezota y, cuando algo se te mete en la cabeza... No te despediste de los niños porque aún dormían. Diste un beso en la frente a cada uno y los arropaste por última vez. Luego me abrazaste y yo te besé con toda la fuerza que me daba el miedo a perderte. Cogiste la maleta y te vi marchar.


A partir de ese día, al caer la tarde, me sentaba ahí, junto al fuego, frente a la ventana, en la vieja mecedora de mi madre. Cosiendo, y bordando, y mirando hacia el prado, esperando verte aparecer de un momento a otro. ¿Sabes? Siempre te dejaba algo preparado por si aparecías con hambre. Y tu pijama bajo la almohada, siempre limpio y planchado, él también esperando tu regreso.


Pero pasaban los días, las semanas y los meses y tú no volvías. Eso sí, el dinero llegaba puntualmente y también tus cartas: una a la semana, sin falta. Y nos contabas cómo era aquello y lo bien que te iba y lo mucho que nos extrañabas; me preguntabas por los niños, me mandabas besos, muchos besos, y flores secas. Me contabas cómo eran los vestidos que llevaban las mujeres y lo guapetona que iba a estar yo con uno de esos. Y, sobre todo, me prometías que pronto, muy pronto ibas a volver para llevarnos contigo.


Y yo seguía esperándote, como te prometí aquella última noche. Sentada en mi mecedora, viendo pasar los días. Los niños crecían y tú no regresabas. Un día dejaron de llegar el dinero y tus cartas. Pero yo seguí esperándote, Antonio, convencida de que no tardaría en saber de ti. Unas semanas más tarde me dijeron que habías muerto; me contaron que querías darme una sorpresa y habías decidido venir a buscarnos sin decirme nada, que el barco en el que regresabas se había hundido durante una tormenta. Me dijeron que sólo habían muerto dos personas: un marinero y tú…


Pero no me lo creí ¿sabes? Nunca me lo creí. Por eso he seguido esperándote. Aquí sentada, cada tarde; cosiendo y bordando, alzando la vista de vez en cuando, esperando verte aparecer en cualquier momento.


Nuestros hijos han crecido y se han ido del pueblo. Al final, ya ves, ellos han encontrado esa “vida mejor” que tú te fuiste a buscar. Me han pedido muchas veces que me vaya con ellos pero yo les digo que no, que tengo que quedarme aquí, a esperar a que tú vuelvas. Juana llora cuando lo digo, no sé por qué y Antón… Antón calla y me besa en la frente.


Hace tiempo que no vienen a verme. No les culpo, ellos tienen su vida allá en la ciudad, sus hijos, sus amigos… los viejos nos quedamos solos, es ley de vida. Da igual, me gusta estar sola.


Me gusta sentarme aquí, en la mecedora, junto al fuego y frente a la ventana. Bordando y esperándote. Siempre esperándote, Antonio, mi Antoñito.


Creí que nunca volvería a verte; así que puedes imaginarte mi sorpresa cuando te he visto ahí, en la puerta, mirándome con esa sonrisa de pícaro que siempre me ha encandilado.


Estás tan joven, Antonio, tan guapo… No lo entiendo pero no importa, no importa, ahora lo único que importa es que estás aquí, conmigo. Ya me contarás luego todo lo que ha pasado ahora… ¿sabes lo que me apetece ahora, Antonio? Ir a la orilla del río cómo hacíamos de novios, sentarnos al sol y disfrutar de saberte a mi lado.


¡Vamos, Antonio! Me siento tan joven, hoy… tan feliz… he esperado tanto tu regreso…


La señora Catalina sonreía.


La costura cayó de sus manos.


En la habitación medio en penumbras de la solitaria casa campesina, la mecedora marcaba el paso de los minutos.


Y, lentamente, se detuvo.





42 comentarios:

  1. Mas de una vez he querido hacer de cuanta que mi “Antonio” no se ha ido y que alguno de estos días entrar por la puerta diciéndome que la junta se prolongo de mas o que el trafico era infernal y todo avanzaba a vuelta de rueda…lamentablemente no he tenido el valor de seguirle esperando.

    Me has hecho llorar.

    ResponderEliminar
  2. Antonio F.: Bueno, supongo que hay que ser de una determinada manera para mantener esa espera... Lamento mucho haberte hecho llorar :(

    ResponderEliminar
  3. Amores como esos no son fáciles de ver. Quien puede decir que hizo bien o hizo mal en esperar con esa paciencia silenciosa. Hizo lo que sentía y lo que sentía parece que era muy fuerte. Besos

    ResponderEliminar
  4. Hernán: En cuestión de sentimientos nadie sabe qué es lo mejor o lo peor, cada uno hace lo que siente y ella hizo lo que su corazón le mandaba, nada más y nada menos.

    ResponderEliminar
  5. Hacerme llorar no está nada bien. Malaje. Ya puestos este post hay que escucharlo con En el puerto de San Blas de Maná y un pañuelo. De repente, así de golpe he visto a mis abuelos y a mis padres y sus bonitas historias de amor.

    PD: Estás castigada. Bicos

    ResponderEliminar
  6. Álex: Vaya, tengo la tarde de hacer llorar... si tendré que quitar el post antes de acabar creando un estado depresivo a todo el que entre... (¿Castigada? ¿Yo? ¿Por qué? :P)

    ResponderEliminar
  7. precioso... me ha encantado

    ResponderEliminar
  8. ¡Hay Nanny, cuantos recuerdos y cuantas vivencias me ha traido tu relato! Que estampa más cercana para las que ya hemos peinado alguna que otra cana. No te digo más, sino que hasta he podido poner caras.
    Besicos muchos

    ResponderEliminar
  9. Realmente muy emotivo.

    Si existe amor así en la vida real, el amor que espera cuanto haga falta.

    Y yo tuve la suerte de conocerlo.

    Preciosa la forma en que relatas.

    Es verdad que te dan ganas de llorar, pero no por tristeza.

    ResponderEliminar
  10. Sniff! Y del mundo de la fantasía paso a la más dura realidad... Leo el comentario de tnf25, y recuerdo lo que es recordar, esperar y no encontrar nada. Recuerdo que el destino de la mujer siempre había sido esperar. La mecedora y el tiempo que pasa, los hijos que crecen, los nietos que nacen, la mecedora. Umpf! Yo también me he quedado algo triste con este relato...

    Besos preciosa!

    ResponderEliminar
  11. Hola nanny tanto tiempo ¿no?... Muy tierno, emotivo y triste relato. Me ha encantado.

    me alegro de haber pasado por aquí.

    Bsss.

    ResponderEliminar
  12. Si te sirve de consuelo no he llorado ;) ... es una historia muy bonita, muy cálida!

    Besosssss :)

    ResponderEliminar
  13. Hola! Me ha gustado mucho el relato. Esos amores ya no se dan. Son de cuando habia mas paciencia, menos egoismo, mas conformismo, mas sencillez... Pero habia mas amor.
    Un besico, muac!

    ResponderEliminar
  14. Yo, lo sabes, me voy a buscar el sombrero aquel (o su remplazo más nuevo, no importa; el que encuentre primero servirá) sólo para poder quitarmelo...

    Andamos funerarios últimamente, no?

    ResponderEliminar
  15. Guau!! Me ha gustado mucho, sobre todo la manera de contar el final.

    Besos!

    ResponderEliminar
  16. A veces hace falta ponerse triste para apreciar todo lo que tenemos. No te sientas culpable, aunque también me has hecho llorar. Un beso.

    ResponderEliminar
  17. Joooo Nanny... estoy medio llorando!!!

    Qué bonitooo!!!

    Un besazooo

    ResponderEliminar
  18. Me ha gustado muchisimo este relato. Me recordaba la canción de Maná "En el muelle de San Blas".

    Un beso guapa

    ResponderEliminar
  19. Hasta las lágrimas en los ojos se me han puesto...
    Tan triste y tan bonito a la vez...
    Precioso.

    Besotes.

    ResponderEliminar
  20. Niña, me ha gustado mucho, esas palabras parecen oídas más que leídas.

    (((Yo no he llorao, ¿eh? :P)))

    Besazos.

    ResponderEliminar
  21. Nani: Bueno, al menos a ti te he traído recuerdos y no lágrimas... espero :)

    Rosa vanidosa: Hay amores que sí, que esperan lo que haga falta y más... son escasos pero existen.

    Zafferano: Vaya, prometo intentar que mi próximo relato sea de reir y no de llorar... aunque no era mi intención hacer llorar a nadie.

    Mónica: Siempre es un gusto que pases por aquí. Me alegra que te haya gustado el relato.

    Jose: Gracias (últimamente te veo menos por aquí o es que, simplemente comentas menos).

    Kate: Me alegra que no hayas llorado porque con este post voy a acabar por sentirme culpable de extender una epidemia de lágrimas por la blogosfera :D

    Cierzo: No sé si se dan ahora o no, sí que es cierto que suena a tiempos antiguos pero ¿quién sabe? Quizás alguien aún sienta así...

    Necio-Hutopo: Vale, si encuentras el sombrero avísame que con esto de que lo usamos tantos ya no sé donde para... (Puede que tengas razón y esté un poco "funeraria", supongo que las circunstancias personales me están influyendo algo).

    Lalaith: Me alegra que te guste... y espero que no hayas llorado :P

    Susana: Vale, intentaré no sentirme culpable pero estoy por ponerme en la puerta a repartir kleenex o poner una advertencia al principio :D

    Acoolgirl: Na... lo dicho, voy a poner por aquí una caja de kleenex y que cada uno se sirva, hala...

    Julia: ¿Y tú no has llorado? ;)

    Basileia: Ains... si, además de kleenex, tendré que traerme la fregona para secar el suelo que me lo están poniendo perdido...

    Hep: Qué razón tienes: hay personas para las que sufrir es tan necesario como ser felices... Yo pienso lo mismo. Y, efectivamente, quizás la protagonista del relato es de ese tipo de personas.

    ResponderEliminar
  22. Debo ser rarísima, porque a mí este relato ni me ha hecho llorar ni me ha parecido triste.

    Al fin y al cabo, al final lo vuelve a ver, ¿no? Así que es un final feliz.

    Ays, será que soy la mujer de hielo...

    Un beso guapa

    ResponderEliminar
  23. Bueno... errr... que yo no he llorado
    :)
    Me acordaba de aquella canción de Serrat de la pobre pirada esperando en el andén de la estación ¿Penélope era?
    Las esperas tienen siempre un límite, sobre todo si se conserva la salud mental.
    Lo cuentas muy bien.

    ResponderEliminar
  24. Ah... y que me ha encantado ese final alucinógeno
    :)

    ResponderEliminar
  25. Lo que te digo niña, tu sirves pa un roto y pa un descosiooo, eres tan buena haciendo reir como haciendo llorar...con migo tambien lo has conseguido... hay tantos antonios en la vida a quien esperamos..y mientrsa tanto vamos perdiendo el aliento. ainssssssssss que maspuesto sensiblonaaaaaaaaa.
    Besicossss.
    P.D. Niña como lleva la bruja su escapada al centro???? me muero por saber que es que sí...jejjeje

    ResponderEliminar
  26. Joder con el cuentecito o relatito, yo como tnf25 he llorado..., me da miedo esa situación, la de esperar (te lo digo yo que me paso la vida esperándolo...)...snif...y no hablo más que si no me duele y hoy con la alergia tengo bastante...
    Genial, como siempre...

    ResponderEliminar
  27. Dioses!!! que hermosa historia, y tan triste... Me recuerda una canción de serrat creo, "Penelope" son esas historias de amor etterno...

    ResponderEliminar
  28. Impresionante este relato!
    Me llegó mucho, x q justo a una vecina mía le paso algo aprecido.
    Su marido se fue de aca de la Argentina con su hno.a la casa de un tío en Italia para volver a ver a su familia y a su pueblo dps de casi 60 años.
    Los hijos no estaban muy convencidos q viajara, y la esposa tampoco, pero el tío le insistió y se fue.
    El hijo le dijo"Anda, pero lo unico que te pido es que vuelvas".
    Y el no cumplió, se murió allá.
    Debe ser fuerte recibir la noticia q alguien q amas se murió y vos no poder verlo, en un primer momento no se puede creer, dps tal vez te haces a la idea.
    Mi vecina me dijo q si no traían el cuerpo era mejor, x q le quedaba la esperanza de pensar q algún día volvería.

    ResponderEliminar
  29. Que preciosas palabras, que triste historia. Imagino la cantidad de Antonios (y Antonias), que hay en este mundo; Las miles de mecedoras que aún esperan.

    Una manera muy muy bonita de relatarlo, y me hace comprobar una vez más, que además de que nadie deja todo por deporte, a mi me cotaría mucho ser Antonio.

    Unn besote

    ResponderEliminar
  30. qué lástima vivir con un duelo no resuelto toda la vida. Es romántico eso de que espere...pero a mí me parece triste no avanzar por no cerrar un capítulo.

    Bonito que se reúna con él al final.

    ResponderEliminar
  31. hey!! pero me ha salido lagrima dulce , usted jamas me pida disculpas por conectarme con lo mas bello que he tenido!! un abrazote

    ResponderEliminar
  32. Muy bonito; me ha gustado especialmente la imagen de la mecedora, así como el Antonio joven que vino a recogerla, por más que fuera (uso las palabras de Vallejo) heraldo de la muerte, pero no triste, sino alegre.

    Veo que a más de uno le ha recordado este post la canción de Maná; a mí, sin embargo, me evoca otra canción anterior, Penélope, de Serrat, por más que los desenlaces sean tan distintos. Un beso.

    ResponderEliminar
  33. ... hoy has sido tú la que me has dejado algo tristón con tu texto... luego dices que te provoco nostalgia (¿esto lo has hecho para vengarte...?...es broma).

    Me ha gustado el escrito, aunque me ha ensombrecido y es que el amor es mágico, te puede hacer reir, soñar, llorar, angustiar.... un beso. Marea@

    ResponderEliminar
  34. Joooooooooooo, no me cuentes estas cosas, que me da mucha penitaaaaa.
    Hay una canción de un grupo que me gusta mucho que cuenta una historia más o menos parecida a ésta. La canción me gustaba, pero nunca me había parado a pensar en la letra en profundidad. Un día en el que andaba solo por la calle con los auriculares, se me ocurrió fijarme en la letra, y me dió tanta pena que no he vuelto a escuchar la canción.

    Qué cosas, verdad? Tu texto me ha recordado a la canción.

    Un besote.

    ResponderEliminar
  35. Yo no he llorado, pero me has dejado el corazón del tamaño de uva pasa.

    ResponderEliminar
  36. Jodo... será por lo triste del día... que me he puesto a llorar...

    Muchos besos.

    ResponderEliminar
  37. gracias por tu mensaje... un saludo... pau...

    ResponderEliminar
  38. Aver... que corran los kleenex por favor. Venia dispuesto a disfrutar de una historia de esas lindas o de viejecitas y me encontré con este bellezón que me ha encojido el alma... Bueno, comprobé que estoy vivo.

    Gracias por la historia, la belleza, la esperanza, la ternura y la sencillez de este relato.

    Única, como siempre

    ResponderEliminar
  39. No he llorado, pero casi. Desde luego lo que he exclamado no ha sido "qué bonito" como otras veces, sino "joder, qué triste".

    Supongo que también cuenta mucho el estado de ánimo del que lee.

    Y no es que yo esté triste ¿eh? Sólo es una apreciación por la variedad de reacciones que leo.

    ResponderEliminar
  40. Me has dejado con los ojitos llenos de lágrimas. Es una historia preciosa.

    Besotes cariño

    ResponderEliminar

Yo ya he hablado demasiado, ahora te toca a ti...

Karma

  El viejo monje observaba la delicada mariposa posada en su dedo. ‒Una vez fui como tú -le dijo-, y una vez tú fuiste como yo. Lo recuerdo ...