miércoles, 27 de agosto de 2008

El quejica


- La vida es un asco -, esta era una de las frase favoritas de Manrique Escalante. También constaban entre sus preferidas Todo me sale al revés y su variante Nada me sale bien. Y, por supuesto, no podía faltar la archiconocida y mundialmente famosa pregunta: ¿Por qué a mí? Con todas sus posibles variaciones: ¿por qué todo me pasa a mí?, ¿por qué tengo tanta mala suerte?...


Y es que Manrique era un quejica. Un llorón más pertinaz que la antaño famosísima “pertinaz sequía” ibérica.


Manrique se quejaba, se lamentaba y lloriqueaba continuamente, por todo y de todo.


Se lamentaba de trabajar poco o de trabajar mucho; de no tener pareja o de tenerla; de tener poco dinero o demasiado. Manrique se quejaba de su vida, de la política, de cómo andaba el mundo, de su equipo de fútbol, de su coche y del de los otros.


Nada, absolutamente nada parecía satisfacer a Manrique quien no dudaba de decir a quien estuviera dispuesto a escucharle – a saber, su perro, la televisión y alguna que otra mosca despistada pues ya todos sus amigos y familiares se habían hartado de tanta queja -, que estaba harto de su vida y que hubiera deseado no haber nacido y que era una lástima no poder poner una reclamación al destino.


Cierto día del mes de octubre Manrique se encontró en su despacho, sin saber cómo ni por qué, frente a frente con un individuo que guardaba una curiosa semejanza con un muro de hormigón: era enorme, parecía de piedra y vestía de gris. El muro, perdón, el señor muro, le tendió una tarjeta en la que Manrique pudo leer:




Tod Leben


Representante legal del Destino, Vida y Muerte Corp.


Oficina Central de Personificaciones Antropomórficas


No nos busque, no nos llame, no se esconda.


Nosotros nos pondremos en contacto con usted.


Tras leer la tarjeta Manrique el quejica, podría haber echado a patadas al señor hormigón, perdón, quise decir al señor Leben pero no lo hizo. Podía haber iniciado una larga lista de sus habituales quejas pero no lo hizo. Podía haber llamado a su secretaria e intentar averiguar cómo había entrado ese hombre en su despacho pero no lo hizo. Por poder, podría haberse puesto a gritar o haber llamado a la policía, pero no lo hizo. No señor, lo único que hizo nuestro amigo el llorón, fue sentarse en su silla, mirar fijamente a su visitante y preguntarle qué deseaba (1).


El señor Leben carraspeó y le soltó el siguiente discurso:



- Verá usted, señor Escalante, desde hace años hemos venido registrando en nuestras oficinas centrales una, digamos, “avalancha” de quejas procedentes de su persona. Quejas sobre su mala vida, su cruel destino, su falta de suerte… según consta en nuestros archivos sus primeras quejas se remontan a su más tierna infancia, concretamente a la pérdida de su primer diente (2). A partir de ese momento en nuestros archivos se han ido acumulando sus quejas a tal ritmo que casi no teníamos tiempo ni de archivar una cuando ya nos estaba entrando otra. Así se ha quejado usted de los regalos de Reyes, de sus amigos, de sus compañeros de colegio, de sus novias, de sus profesores, de sus padres, de sus jefes… En fin, que a lo largo de su existencia se ha quejado usted de todo y de todos y no parece haber forma humana (ni sobrehumana) de que usted se sienta satisfecho con algo. En fin, que sus quejas han sido tantas que ya no tenemos sitio en nuestros archivadores para tanta reclamación por lo cual mis clientes decidieron hacer una investigación en profundidad de su caso.

Manrique se removía en el asiento, carraspeaba, jugaba con su pluma pero, por primera vez en años, permanecía en silencio absoluto sin quejarse absolutamente de nada. Estaba fascinado por aquel hombre y tenía la secreta esperanza de que su vida diera un cambio radical.

El señor Leben continuaba hablando:

- Pues bien, tras hacer un seguimiento exhaustivo de su vida y comprobar registros y bases de datos nos hemos dado cuenta de que tenía usted razón señor Escalante. Se ha cometido un grave error con usted. Por eso estoy yo aquí, para pedirle excusas y ponerle remedio inmediato a semejante equivocación. Usted sólo tiene que firmar aquí y aquí e, inmediatamente, corregiremos el fallo.

Manrique sonrió alegremente y, mientras firmaba, habló por primera vez:

- Ajá, lo sabía. Sabía que tenía que haber un fallo en todo esto. Sabía que no era este mi destino. Y, dígame, entonces… ¿qué? Seguro que tenía que haber nacido en otra familia o haber tenido otros compañeros o, quizás, debí haber sido más guapo o más listo o… o… ¿Qué? Dígame ¿cuál era mi destino?

El representante legal de Destino, Vida y Muerte Corp. le devolvió la sonrisa, recogió los papeles firmados y dijo a Manrique:

- No, no, señor Escalante, usted no me ha entendido bien. El fallo no ha sido que su vida haya estado equivocada, el auténtico error es ese mismo que usted ha repetido cientos de veces.

- ¿A cuál se refiere? – preguntó Manrique.

- Pues me refiero a que usted, señor Escalante, no tenía que haber nacido. Ni en esa familia, ni en ese entorno, ni aquí, ni ahora… ni nunca. Me refiero, estimado señor, que su destino era el de nacer ameba pero hubo un fallo en nuestro ordenador central y acabó usted naciendo ser humano. Pero no se preocupe, eso está a punto de ser solucionado. Ahora que me ha firmado estos papeles descargándonos de toda culpa podemos poner fin a este error y usted, señor Escalante, simplemente, desaparecerá.

- ¿De - desaparecer? – Manrique estaba aterrorizado.

- Oh, no se preocupe usted. No le dolerá. No sentirá nada. Se lo aseguró. Ni su familia ni sus amigos se percatarán de nada porque, simplemente, señor Escalante, usted nunca habrá existido.

Manrique contemplaba aterrorizado la mesa de su oficina a través de sus manos transparentes.


El señor Tod Leben salió del despacho atravesando a Ferdinand Estévez quien había ocupado el lugar de…. de… esto…


¿Y yo qué historia estaba contando?





(1) Esta actitud, aunque pueda resultar extraña es de lo más normal cuando alguien se encuentra en presencia de algún personaje procedente de la O.C.P.A.

(2) Manrique lloró amargamente por la injusticia que, según él, suponía la pérdida de dicha pieza dentaria que él consideraba imprescindible y se negó a dejarla bajo la almohada para que el Ratoncito Pérez hiciera su trabajo porque le parecía igualmente injusto (además de horripilante) que alguien quisiera comprar una parte de su cuerpo y llevársela para vete a saber qué horribles maquinaciones. El Ratoncito Pérez aún no le ha perdonado semejante desaire.





26 comentarios:

  1. jajajaj Pobre Manrique llorica.

    Qué imaginación tienes, hija.

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  2. Vale, ahora todo esta claro, mi padre debio de ser ameba en lugar de ser humano...pero, pero entonces...si lo encuentra el Representante legal del Destino, Vida y Muerte Corp y se lo lleva ¡yo no existire!...AHHHH!

    (mañana lo amordazo...¡mi existencia va en ello!)

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  3. He conocido a muchas personas como Manrique que emiten lloricas, quejicas... ¿No te ha sucedido que le preguntas a una persona cómo está y siempre dice: mal o, para variar, de mal en peor? La moraleja de tu historia es sabia: esta vida es lo que tienes, aprovéchala o tórnate ameba. Es realmente asombroso que haya tanta gente qujándose de cosas insignificantes, al igual que el señor Manrique. Saludos, un gusto leerte y felicidades por esa historia tan acabada. Te invito a visitar mi blog (mío y de una amiga): www.esquinadepapel.blogspot.com

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  4. Ya no sé si "ajuntarte" o no. Tal vez el pobre hombre sólo tenía un mal día de vez en cuando y no creo que sea razón para condenarlo de esa manera. ¿O es que hay que ser feliz todo el tiempo a la fuerza? Digo yo que el mérito está en intentar ser feliz aún sabiendo que no tienes todo a tu favor, no en negar las dificultades. Un beso.

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  5. Muy bueno, un final genial.
    Saludos.

    (Se aceptan nuevas aportaciones al olvidado GRAN GLOSARIO LÚDICO)

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  6. Jajaja, ¡me ha encantado!Qué historia tan sorprendente. En vez de ameba, deberían haberlo mandado a África,a un país en guerra, a soportar un destino de verdad injusto. No somos conscientes de la suerte que tenemos.
    Un diez para tu relato.
    Un besazo

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  7. Leído y archivado entre mis más gratas lecturas. Un beso anorme. =)

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  8. ummmm... No hy nada más desagradble que esos quejicas crónicos... creo que en este sentido se ha cometido más de una equivocación de ese tipo, pues me da a mi que hay muchos seres aparentemente con forma humanoide que se nota a simple vista que lo suyo era haber sido ameba. jejejeje
    Como siempre un placer leer tus relatos (me he puesto al día que andaba retrasada)
    Un besazooooooo

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  9. Jajajaja, ¡qué bueno!
    Un sustillo de esos se lo daría yo a uno que me sé a ver si por una mínima vez, ve algo de lo que tiene delante de sus narices.
    Besicos guapa, me ha encantao este relato

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  10. Nanny: esta brillante historia me ayuda a entender por qué algún jefe que tuve vivía quejándose. Ahora comprendo que el tipo por error del destino estaba ocupando un puesto digno de un ser "complejo" cuando en verdad le correspondía el puesto propio de un ser "unicelular". Excelente. Besos

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  11. Tesa: Pobres quienes tenían que sufrirlo día tras día ;)

    Beatriz: ¿Cómo, qué dices de tu padre? ¡Corre, corre a amordazarle no sea que un día de estos me encuentre que tu blog ya no existe! :D

    Hiletrados creativos: He conocido muchas personas así (incluso en mi propia familia) por eso conozco bastante bien a estos seres nunca contentos con lo que tienen y siempre buscando el pero de todo y me dan una rabia enorme y mucha tristeza porque son incapaces de disfrutar de la vida que tienen.

    Susana: Mujer, no digas que no me "ajuntas" por esto, que yo no he hecho ná malo :( No, no hay que ser feliz todo el tiempo y a la fuerza, para nada se trata de eso. Hay cosas que duelen y si duele, uno llora y berrea y hasta se queja y protesta y lo que haga falta. Luego se pasa y seguimos pa'lante. No, no va de eso la historia. El problema de Manrique no es que tuviera un mal día de vez en cuando, el problema de Manrique es que, según él, todos los días eran malos por una u otra circunstancia y ni tan siquiera intentaba ser feliz prefiriendo quejarse y lloriquear y quejarse de esta vida. ¿No te parece triste pasar por la vida sin disfrutar nada de ella?

    Cronopio: Gracias :) (El Glosario Lúdico no está olvidado, al menos por mi parte. El problema es que las palabras a añadir a dicho glosario se me ocurren siempre en mal momento y, cuando voy a añadirlas, ya se me han olvidado :D A partir de ahora prometo apuntarlas para poder luego transmitírtelas, palabra).

    Lorena: Mmmm... pues también le podríamos haber hecho eso pero pensé que ya tenían bastante esas pobres personas como para encima tener que sufrir a un quejica semejante :D

    Christian: Gracias :)

    Ambrosía: Huy, más de una y más de diez; este mundo está lamentablemente lleno de quejicas de estos. Menos mal que siempre se compensa por la gente maravillosa :)

    Nani: Yo también le daría un susto de estos a más de tres que me conozco a ver si espabilaban de una vez. Vamos, que estoy por ir a la O.C.P.A. y ver si logro hablar con el señor Tod Leben ¿te apuntas? :D

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  12. Hernán: Vaya, andábamos por aquí a la vez y te me quedaste fuera pero, bueno, así tienes respuesta en exclusiva. Que no te quepa la menor duda: en casos como los de Manrique (y otro tipo de casos) está claro que se ha cometido un gravísimo error informático. Como ya he dicho, estoy por ir a visitar a los de "Destino, Vida y Muerte Corp." y que revisen unos cuantos expedientes... :)

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  13. conozco a varias personas así y si te descuidas te contagian tu pesimismo. :S

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  14. Jo pues a mí no me gusta tanta queja
    Jo pero pobre Manrique
    Jo pues que destino más injusto
    Jo pues ya no me pones café como antes
    Jo pues las pelusas están mu callás
    Jo que se acaba el verano
    Jo pues que vaguerío
    Jo....

    Fdo. Doña Ameba

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  15. Fabulosa tu forma de contarlo. Gracias, he disfrutado leyéndote.

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  16. Uffff...me parece a mi que entonces el mundo está llenito de amebas andantes...juasss! Como le de al señor representante ese empezar a investigar todos los casos...ainssss, nos vamos a quedar muy solitos!

    Jajajaja!

    Muy bueno, como siempre! ;)

    Besitos!

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  17. Eso le pasa por quejica!!! xDDD

    A partir de ahora voy a medir mas mis palabras no sea que se me aparezca este hombre...

    Un besoteee

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  18. Pwero bueno... A partir de entonces hay una ameba increiblemente feliz...

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  19. ja ...justo me cae genial esta historia... y es que hay dias que como nos da por quejarnos..pero la verdad no es para tanto...

    genial!!! un abrazote!!!

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  20. Por un momento me has trasladado a los dibujos de la infancia de LEONCIO LEON Y TRISTON... (te sonará a tontería pero....)

    Me alegro de volver a leerte de nuevo.... un beso. Marea@

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  21. Esto desbarata la creencia general de "el que no llora, no mama". Me ha gustado, me he reido, ma ha resultado super original... como siempre... por otra parte, si no hubiera sido así, creo que no me quejaría (cualquiera!!!)

    Un beso

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  22. Pues sí. Genial, Nanny. Un beso.

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  23. ¡Buenísimo, Nanny¡
    Debería existir un "Super-Leben", erradicador de lloricas; una especie de "hombre del saco" que nos mencionaran desde la más tierna infancia cada vez que practicamos el victimismo gratuito....
    A veces me pregunto qué queremos recibir cuando damos tan poco a la vida....Eres una cuentahistorias estupenda....Besos....

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  24. Muy bueno, muy gracioso. Hasta me imagine su carita cuando supo que iba a desaparecer, y me encanto el personaje del representante legal! (con ese me gustaria tomarme una copa y charlar algunas cositas...) Besos.

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  25. Hola Nanny, paso a saludar porque pasaba a leerte pero ya veo que no has agregado nuevas entradas. ¿Será pronto? Saludos p.d las "Instrucciones para seducir a una mujer y no ser bateado en el intento" las escribí para divertirme en realidad, aunque los consejos son ciertos. Por lo menos a Camaney Juan le han funcionado.
    p.d. ¿Qué tal una nueva entrada que hable de la señora Quejica?

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  26. Definitivamente, las vacaciones te han sentado genial. Vienes repleta de historias increíbles por contar.

    Pilas cargadas de cara al otoño, sí señora.

    Muchos besos, guapetona :*

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Yo ya he hablado demasiado, ahora te toca a ti...

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