lunes, 17 de agosto de 2009

Segismundo


Allá va el loco Segismundo, arrebujado en su holgadísimo abrigo y medio oculto el rostro bajo su viejo sombrero.

Allá va el loco Segismundo, a perderse en la gélida noche en pos de la niebla que serpentea entre calles y callejas y repta por muros y paredes llenándolo todo, cubriéndolo todo, ocultándolo todo.

Allá va el loco Segismundo, y los parroquianos del bar murmuran entre cabeceos guasones al verlo pasar; y las vecinas agoreras chismorrean sobre los desastres que pueden acaecerle debido a esta costumbre suya de lanzarse a la oscuridad las noches neblinosas de invierno; y unos y otras se preguntan a dónde irá con este frío, hay que ver, en estas noches de la meseta castellana que cortan la respiración de puro heladas, estas gélidas noches que te entumecen hasta el alma, si alguien dudara de su locura no haría falta más prueba de ella que esta extravagancia.


Pero Segismundo -irredento escritor, oscuro poeta e irreductible orate- con nadie habla, a nadie saluda, a nadie cuenta su secreto. Guarda para sí el misterio descubierto una noche de whisky caro y amor barato, la noche nebulosa en que su sueño de gloria se fue, sin remedio, por el desagüe de las malas críticas y las malas ventas. A nadie cuenta -ni contará jamás- cómo descubrió la misteriosa ciudad que surgía bajo el abrazo vaporoso de la niebla. A nadie cuenta -ni contará jamás- cómo descubrió que en esas noches en que la niebla cae como una pesada y blanca manta sobre la urbe dormida y encogida de frío, eso que llaman el “mundo real” se desdibuja, se difumina, se retrae para dejar paso a otro mundo, a otra ciudad. Un mundo de fantasmas, de sombras, de visiones. Una ciudad detenida en un tiempo indeterminado e indistinto, que se puebla de espectros vestidos con jubones, coletos, ropillas y calzas.

Y allá va el loco Segismundo cada noche de niebla, a pasear la ciudad fantasmagórica que surge bajo la otra. Y anda Segismundo entre las apariciones fantasmales cual Licenciado Vidriera intentando no tocar ni ser tocado por temor a que desaparezcan. Y se cruza nuestro andariego orate con Cipión y Berganza, y saluda alegremente al Buscón don Pablos y descubre a Don Juan rondando los muros del convento donde habita la dulce Doña Inés y ve como vuela sobre los tejados el Diablo cojuelo. Y declama, a voces, estrofas de Góngora, de Zorrilla, de Quevedo, de Cervantes...

Y ellos, los espíritus de la ficción, lo ven pasar y gritar arrebujado en su enorme gabán y se dan codazos, y murmuran, fíjese vuesa merced que ha vuelto ese loco Segismundo, mírele, por ahí se acerca, dando voces cuál pobre endemoniado de esos que cuenta maese Quevedo en sus Sueños. Paréceme en verdad que supera su locura al más grande loco deste mundo nuestro, aquel señor Quijano que hízose a los caminos creyéndose miembro de la andante caballería. En cuanto cae la niebla, sale él embozado y declamando a voces. Y cabecean los fantasmas y chasquean las lenguas, desaprobadores, mientras continúan su fantasmal paseo por la fantasmal ciudad, dejando al loco Segismundo a solas con su locura.

Y así pasa las noches de niebla, de calle en calle, persiguiendo fantasmas, soñando fantasmagorías, el loco Segismundo que acabará -él lo sabe, sus vecinos lo saben, los fantasmas lo saben- muerto de frío bajo cualquier soportal de la plaza mayor, atrapado entre uno y otro mundo. Rechazado por ambos. Considerado loco por ambos. Infeliz en ambos.




12 comentarios:

  1. ¡Qué duro debe de ser no saber a donde perteneces!...Me ha sobrecogido y encantado....besos

    ResponderEliminar
  2. Y, sin embargo, cuánta falta hacen esos locos...
    Así da mucho gusto regresar...

    ResponderEliminar
  3. Como vemos, todos los mundo son iguales. Da igual lo que hagas o dónde lo hagas... todo se comenta.

    Un besitooo

    ResponderEliminar
  4. WinnieO: Bueno, Segismundo no sabía dónde pertenecía pero creo que tenía muy claro a dónde quería pertenecer....

    Necio-Hutopo: Tienes muchísima razón hacen falta locos como esos, muchos, muchísimos. Haría falta un mundo lleno de ellos.

    Acoolgirl: Cierto, siempre hay alguien dispuesto a criticar lo que hagas; es por eso que lo mejor es hacer lo que te dé la gana :)

    ResponderEliminar
  5. Mi abuela decía que los Locos y los niños dicen la verdad, nunca he podido saber que tan cierto es eso.

    Las personas son muy cruel, si una persona se encuentra sola, comentan que necesita una pareja, o si la tiene, que le es infiel. Siempre tiene que ser tema, del cómo vive el otro, de lo que hace, o no...
    Al fin y al cabo es su vida, él sabe como quiere vivirla.

    Saludos, Nanny!

    ResponderEliminar
  6. Me ha encantado! esta increible, me ha envuelto por completo y hasta que senditido frio en mis brazos y en mi pecho, por no hablar de que es muy bontio (aunque esto último, es siempre característico en tus historias)

    ResponderEliminar
  7. Pero joía! Es que eres buena en todos los estilos...!

    Besotis canariensis!

    ResponderEliminar
  8. Qué buen relato. Espero que lo presentes a algún premio. Algunos nos sentimos a veces, como el loco Segismundo, incomprendidos en todas partes. Un beso.

    ResponderEliminar
  9. Habrá que acompañar alguna noche al loco Segismundo en sus andadas.

    Pero qué tierno escribes Nanny.
    Con cuanta notoriedad evolucionas.

    Aún no se me ha pasado el efecto de tu Lluvia cuando aparece Segismundo y estoy loca por irme con él.
    Eres magnífica.
    :)

    ResponderEliminar
  10. Sobrecogedor relato,me maravilla la imaginacion y la facilidad que tienes para escribir

    ResponderEliminar
  11. Cuento de invierno en verano, pero tan bien narrado que me ha hecho sentir el tacto frío de la niebla en mi piel. Y sí, pobre Segis, a quien no aceptan en ninguno de los dos mundos. Un beso.

    ResponderEliminar
  12. No sé si será por estos subidos calores -también castellanos- por lo que me sonaba tan atrayente perderse por esas brumas de frío y humedad que habitan nuestros pueblos en invierno. Y lo mismo ocurre con esos fantasmas, formados en la niebla o en la mente, reales irreales...

    Excelente amiga... ¡me has atrapado...!

    Un gran abrazo.

    ResponderEliminar

Yo ya he hablado demasiado, ahora te toca a ti...

Karma

  El viejo monje observaba la delicada mariposa posada en su dedo. ‒Una vez fui como tú -le dijo-, y una vez tú fuiste como yo. Lo recuerdo ...