Ya lo conté hace cosa de un año (en Historias), hay tres tipos de historias: las que salen a borbotones, sin el menor esfuerzo, las que parecen arrepentirse a medio camino y van saliendo a trancas y barrancas y, por último las que apenas se asoman vuelven a esconderse, quizás porque se dan cuenta de que no soy yo la destinada a contarlas.
De las dos primeras, ya lo conté hace cosa de un año, hay múltiples ejemplos en mi blog. De las últimas, está claro, no hay más señal que ese post del pasado agosto... y ahora este. Porque aquí vengo otra vez con mis historias inconclusas, con mis ideas huérfanas para ofrecerlas a cualquiera que desee adoptarlas, llevarlas a casa y darles la vida que yo no he podido darles.
Alguna tengo que se queda sólo en título. Llegan en un flash, se instalan en la mente y se quedan a la espera de que sepa encontrar la inspiración que las transforme en relato. Alguna no parece tener sentido siquiera. Son pequeños proyectos de no se sabe qué. Aquí dejo alguna que yo soy incapaz de sacar adelante. Tal vez alguien de los que por aquí pasan y leen sea capaz de extraer la historia que llevan dentro.
Brujería y Coca Cola.
Piropos de jabón.
El Uf del miércoles.
Una niñita madrugadora.
El hada malcriada.
Y luego las hay (ya lo conté hace cosa de un año) que se asoman un poquito más antes de dar marcha atrás.
Aquí, por ejemplo, tenía la idea bastante clara pero no supe seguirla...
“Tanto tiempo mirando el firmamento. Tantos años esperando contactar con otras formas de vida inteligente. Tantas décadas de búsqueda. ¡Quién iba a decirme que el alienígena soy yo!”
En la siguiente reconozco que no tenía ninguna idea, ni clara ni oscura, se empezó a escribir sola y se paró -también sola- cuando le dio la gana detenerse:
“Era un reino de cuento en un mundo de cuento, con unos reyes de cuento y unos habitantes de cuento. Por tanto, aún antes de nacer, todo el mundo en el país sabía que la princesa Lorayna sería dulce, discreta, bella e ingeniosa; que cantaría como los ángeles y sería amiga de todo el mundo (animales incluidos). También sabía todo el mundo que, probablemente, sería raptada por algún dragón o sufriría la maldición de alguna bruja malvada.”
Esta de aquí abajo es más de lo mismo. En estos “retales” de historias las palabras suelen ir por delante de las ideas, tal vez por eso se quedan sin fuerzas de repente:
"El hombre iba, no sabía adónde ni porqué... simplemente iba... Iba sin detenerse, sin descansar, sin tomarse un respiro, simplemente iba... Eso era lo importante para él, ir ¿A dónde? Daba igual ¿Por qué? No importaba ¿Hasta cuándo? Era indiferente. Él, sencillamente, iba."
Esta, sencillamente, sonaba bien para un cuento infantil... pero no llegó muy lejos:
“Aquella hada, recién llegada al mundo de los humanos no entendía nada...”
A continuación algo que, pensándolo un poco, podría quedarse casi como está... o puede tener continuación, si alguien es capaz de dárselo. Esta confieso que fue abandonada por mí al pensar que igual ya había jugado demasiado con los dinosaurios y no era cuestión de repetirme:
“El dinosaurio estaba hasta las narices de seguir allí así que decidió que lo mejor era largarse.”
Aquí otra en que tenía bien claro lo que quería decir pero no supe cómo decirlo, de modo que aquí la dejo por si alguien tiene algo que decir y sabe cómo decirlo y le valen estas primeras palabras para decirlo... Eeehmmm... ¿lo dejé claro?:
“Es sorprendente si lo piensas, muy sorprendente. Ese pensamiento me vino a la mente mientras leía algo sobre la peste negra. Es asombroso pensar, si lo piensas, que somos descendientes de cientos de supervivientes.”
Aquí uno de esos ejemplos en que tengo la idea bien clara... sólo durante un rato. Creía tener bien agarrada la idea y la forma de contarlo pero, de pronto ¡Puf! Se esfumó. Seguramente no era para mí:
“Andrea colecciona pasos. Pasos pequeños y pasos grandes. Pasos de baile y pasos deportivos. Guardaba con celo el curioso paso a saltitos de las dulces geishas y las enormes zancadas de jugadores de baloncesto; conservaba el trote juguetón de niñas cantarinas y el paso torpe de ancianos adoloridos. Almacenaba con cuidado el galope de cien niños saliendo del colegio y el paso rítmico de un desfile militar. En varios cajones atesoraba el taconeo de una mujer apresurada y el paso furtivo de un ladrón...”
Y esta es la última. Mismo caso que la anterior. Todo estaba muy claro hasta que, repentinamente, la idea se borra de mi mente....
“Crescencio se aburría y, cuando Crescencio se aburría, inventaba.
Crescencio andaba algo deprimido por esos días y, cuando Crescencio se deprimía, imaginaba.
Crescencio se aburría y estaba triste y, cuando en Crescencio convergían ambos sentimientos, se ponía manos a la obra para crear algo que lo sacara del aburrimiento y la melancolía.”
Y aquí las dejo para quien quiera adoptarlas, igual que hice hace casi un año. Las lanzo al ciberespacio y las regalo a quien desee y sepa continuarlas. Si alguien lo hace, que me lo diga para poder ver en que se transforman gracias a esas mentes prodigiosas que por aquí pasan, se detienen y me leen.
A quien las lea, gracias por leerlas, ya con eso son bastante felices.
A quien las intente adoptar y no consigan nada, gracias por intentarlo, eso también las hace felices.
A quien las adopte y las saque adelante, muchísimas gracias por hacerlas vivir y crecer.
Espero que disfruten con mi pequeño regalo :)